¿POR QUÉ ME ATRAE EL MISMO TIPO DE PERSONA?
Según la experta en relaciones afectivas Ellen Fisher, sentirnos atraídos por el mismo tipo de persona responde a una imagen inconsciente del sexo opuesto desarrollada en nuestra mente inconsciente. Este tipo de imagen “preferencial” empieza a florecer en nuestra infancia y se consolida en la adolescencia.
Esta imagen mental inconsciente afecta tanto al tipo de persona que escogeremos en la etapa adulta como al tipo de dependencia que mantendremos con él/ella.
¿En qué nos basamos para sentirnos atraídos por cierto tipo de personas?
Desde niños elaboramos, de forma subconsciente, una imagen dotada de características físicas y de personalidad que son un reflejo de personas que forman parte de nuestro entorno y que nos resultan agradables. Generalmente este patrón se forma a partir de características físicas, como el color del cabello, inteligencia, amabilidad, apariencia del rostro y otras particularidades psicológicas que van creando una pauta del tipo de persona que nos gusta.
Este patrón de persona se forma de forma involuntaria e inconsciente basándose en la experiencia que adquirimos al relacionarnos con personas que forman parte de nuestro entorno más íntimo, adquiriendo, de este modo, los modelos que nos complacen y rechazando los modelos que nos desagradan. Esta memoria interna inconsciente del prototipo de persona ideal, se activa en la edad adulta al reconocer en otra persona alguno o varios rasgos físicos o psicológicos que coinciden con el patrón establecido.
En algunas ocasiones sucede que ese prototipo inconsciente alberga no sólo características físicas agradables sino que encierra aspectos patológicos. Es decir, desde mi imagen de niño/a idealizo a una persona de mi entorno porque tenía unos rasgos agradables y un comportamiento conmigo ejemplar pero no teníamos en cuenta (porque desde mi mentalidad de niño no lo advertía) que esa persona poseía ciertas peculiaridades patológicas de carácter que, instintivamente, también las atribuimos a completar nuestra imagen de persona ideal.
Por tanto, es muy posible, que nos sintamos atraídos por personas, a priori, equilibradas emocionalmente pero que escondan ciertos patrones conductuales patológicos que nos cueste descubrir porque lo percibimos como familiar. Quizás de niños nos sentimos influidos positivamente por una persona que era afable pero dominante y ese rasgo permanecerá como familiar en nuestro subconsciente y, quizás, en mi edad adulta pueda escoger una pareja dominante porque he aprendido a dejarme someter.
Por este motivo muchas personas se quejan de encontrar el mismo tipo de persona. ¡No las encuentras, sino que las atraes! La elección de pareja se basa en aquel recuerdo afectivo vivido en nuestra infancia a través de nuestros padres, cuidadores o personas cercanas; por tanto, podríamos afirmar que seleccionamos a la pareja según el grado de familiaridad que nos desencadena.
Para poder identificar nuestro “modelo” de pareja, tanto en los aspectos físicos como psicológicos, necesitamos reconocer qué cualidades y defectos se han repetido en todas ellas y rememorar la figura de nuestra infancia que concuerda con esas características. Si reconoces que la mayoría de parejas te han provocado sufrimiento y, aún así repites el patrón, es necesario revisar personas del pasado, descifrar qué te aportó aquella persona y como interiorizaste como positivo características de personalidad que, en la actualidad, sólo te provocan angustia y resignación.